5 lobitos, la violación de Lucrecia denuncia los actos de violación entremezclando el caso de La Manada con el romano de Lucrecia, lo que origina confusión entre los espectadores
El pasado viernes 29 de noviembre, asistí con mis amigos al Centro Cultural de Mislata para ver la obra 5 lobitos, la violación de Lucrecia. Cabe destacar que acudimos a la representación sin ninguna información previa respecto a esta, ya que no teníamos planeado acudir esa semana a ver la obra del programa Un otoño de teatro.
No obstante, tras leer el panfleto informativo y enterarnos de que la propuesta hacía alusión a la violación de Lucrecia, acto que supuso el fin de la monarquía de Roma hace dos mil quinientos años, nos llamó mucho la atención. Mas, al finalizar la obra, quedamos un poco desencantados y confusos.
5 lobitos, la violación de Lucrecia es una función modernista, representada la agrupación escénica valenciana Osaka Club, que critica la violencia mediante la alusión a los casos de violación. Todo ello, inspirado tras las sentencia inicial del caso de 'La Manada' por la violación grupal a una joven en las fiestas de Pamplona.
El tema escogido es muy bueno, ya que engloba una temática actual de bastante controversia y que une a una gran parte de la sociedad a favor de los derechos de la mujer. Además, el enlace que realizan con la leyenda de Lucrecia supone un añadido bastante llamativo que pretende comparar históricamente casos de abusos sexuales y mostrar como, a pesar de los siglos de diferencia, el dolor para la víctima sigue siendo el mismo.
Pero no funcionó.
Considero que esta opinión negativa radica en su concepción como obra alternativa, lo cual dista mucho del clasicismo teatral al que estamos acostumbrados. E innovar está bien, no obstante, al final el querer ser 'diferente' se transformó en una mezcla de reflexiones, personajes y escenarios que dejaron al espectador con mucha incertidumbre.
Para empezar, la obra estaba dividida en cinco actos, dado a que son '5 lobitos' los que conformaban La Manada. Luego, cada uno de estos aludía a una etapa temporal dentro de un caso de violación, es decir, el antes y el después del abuso e, inclusive, el propio acto de violencia.
Así pues, mediante el transcurso de escenas con tramas y personajes distintos, se quiso abordar la historia de la violación de Lucrecia desde diferentes interpretaciones de la misma. Por esta razón, en alguna de ellas, los propios intérpretes recreaban los cuadros que retrataban este caso y explicaban, con matices de humor, su significado y composición, hecho que me gustó mucho (creo que es de las cosas que más me cautivó de la propuesta).
En la siguiente imagen, podéis apreciar la comparación de la pintura La violencia de Tarquino, de Tintoretto, con la representación que realizaron los actores y actrices.
La función tuvo una denuncia clara y concisa que se explicó al final de la función, pero entonces... ¿qué pasa con el resto de la obra? Considero que se quisieron dar tantas reflexiones en un tiempo tan reducido que ninguna se llegó a dar bien.
Las reflexiones giraron en torno a la violencia, a los diferentes tipos de abusos, a las consecuencias de los actos, a la duda existencial y a si los hechos pueden transcurrir de distintas formas. Sin embargo, la modernización provocó que la producción teatral opacara la importancia de estas consideraciones.
Un ejemplo de esto es cuando, al principio de la obra, un actor quiso enfatizar acerca de las obsesiones y el objetivo de la vida mediante la repetición continúa y durante 15 minutos (sin exagerar, lo prometo) de la frase "lo que me obsesiona", seguida de "ve a por ello, hijo", tal y como podéis observar en el vídeo que os comparto a continuación.
¿Era llamativo? Sí. ¿Lo recordaré? Si. No obstante, creo que lo recordaré más por el hecho de no saber lo que estaba viendo que por su intencionalidad. Además, varios espectadores no paraban de murmurar a causa de la confusión de la escena.
Luego, el mismo acto de la violación se representó mediante una coreografía tras la conversación de los dos implicados en ella. Un baile alocado y bien ejecutado que me agradó, pero que muchas veces no comprendía. Eso sí, las actuaciones fueron espectaculares y se notó que los cuatro intérpretes eran profesionales del teatro.
Después, la escenografía era simple y el vestuario no varió a lo largo de la representación pues, por ejemplo, los chicos siempre portaban un chándal rosa. De la misma forma, los cuatros actores estuvieron presentes en todo momento en escena, mas solo tres se encargaban de actuar, mientras que la sobrante era la encargada de realizar únicamente los bailes.
De esta manera, yo no sé si será por mi escasa edad o porque me falta mucha cultura, pero a día de hoy sigo sin comprender alguna de las escenas. Creo que, a veces, se pretende innovar tanto que se pierde el principal sentido del teatro: transmitir un mensaje claro de reflexión.
Así pues, la idea me ha encantado, pero su ejecución no tanto. Por esta razón, le doy 3/5 estrellas.
No obstante, esta es solo mi opinión, por lo que si deseas ver por ti mismo 5 lobitos, la violación de Lucrecia no dudes en informarte, ya que Osaka Club no para de representar la obra a lo largo del año. Sin embargo, actualmente, no tienen una fecha próxima de actuación programada.
¿A qué esperas para ir a disfrutar del teatro? No dudes en pasarte por nuestras anteriores reseñas teatrales: Sueño de una noche verano, Tras un mundo feliz, Dinamarca y Rat Park.
¡Nos leemos!
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